Saab 900 Turbo: Un deportivo sueco para el recuerdo

Un deportivo icónico que se mantuvo joven durante casi 20 años en todo el mundo

Hubo una época en la que desde Suecia salían algunos coches de hoy los colocaríamos como Premium o casi dentro del sector de lujo. De vez en cuando, sacaban versiones más prestacionales. Hablamos de Saab, aquella Saab que, procedente de la aviación, tras la segunda guerra mundial se dedicó también a fabricar vender automóviles. Saab-Scania fue una alianza fuerte en los veinte años que perduró, fabricando algunos coches icónicos hasta finales de los ochenta.

Desde entonces, Saab trató de subsistir al mismo tiempo que lanzaba buenos modelos al mercado, como los 9-3. No obstante, los problemas económicos llevaron a que General Motors la adquiriera para que, poco tiempo después (en la gran crisis mundial), Saab acabase en la bancarrota. Aunque como fabricante de coches ha desaparecido, Saab sigue existiendo y fabricando soluciones de defensa y seguridad civil, como los cañones Carl-Gustaf, submarinos o aviones de combate Gripen.

Ahora bien, en este artículo nos centraremos en otra clase de cañón. El que quizás es el Saab (al menos con cuatro ruedas) más emblemático de todos: el 900 Turbo. El que para muchos se podría considerar como el ‘Porsche sueco’. Existieron, por supuesto, otros modelos característicos de la marca, como el Saab 96 Monte-Carlo 850 o la versión turbo del Saab 9-3, los 9-3 Turbo X con motor 2.8 V6 turbo (una serie limitada de los cuales llegaron unas 40 unidades a España).

Mecánica del ‘Porsche sueco’

El Saab 900 Turbo contaba con un motor de 145 caballos originalmente, cuando se lanzó en 1979, situándose por encima de las versiones GL, GLs, EMS y GLE, este último montando caja de cambios automática. Se diferenciaba por fuera, además del emblema en la parte trasera, por una parrilla de faros diferente de otras versiones. En un principio el 900 contaba sólo con carrocería hatchback de tres o cinco puertas, pero ya en 1980 se añadió un sedán para apaciguar las necesidades de los concesionarios de Saab. Más tarde aparecerían también versiones descapotables.

Con el paso de los años, el coche fue evolucionando, tanto con nuevas generaciones de motores como con más equipamiento: en 1982 el 900 Turbo recibía el Automatic Performance Control, además de llegar a los 175 caballos cuando se introdujo el motor B202 con 16 válvulas, turbo e intercooler en 1984, que llevaría el 900 Turbo 16. También llegó el 900 CD con mayor batalla para acomodar mejor a los pasajeros. Por tanto, el Turbo 16 fue el 900 Turbo más potente en los ochenta, por encima de los que llevaban el motor B201, tanto en su versión original como en la variante con intercooler que apareció en 1986. Con el B202 era capaz de pasar de 0 a 100 en 8,5 segundos, alcanzando una velocidad punta declarada de 217 kilómetros por hora. 

Llegó a haber una versión especial conocida como 900 Aero en Europa, T16S en Reino Unido y SPG (Special Performance Group) en Estados Unidos con un kit especial, llantas exclusivas, suspensión más rígida (en el caso del SPG). Es una de las versiones más apreciadas tanto por fans como por coleccionistas dado que se hicieron muy pocas unidades. Desde su aparición en 1978 hasta que dejó de fabricarse en 1994 (cuando salió el 900 de segunda generación) dio lugar a muchas más versiones exclusivas o limitadas. Entre las últimas estaba la 900 Turbo Edición Conmemorativa, con carrocería hatchback de tres puertas, interior de cuero, carrocería negra y la suspensión del SPG. Además, se aumentó la presión del turbo a 2,8 bares en lugar de 2,5, alcanzando los 185 caballos de potencia. Se hicieron 314 de estos en 1993 así como 500 en 1994 (todas para el mercado norteamericano) con carrocería descapotable, con las mismas prestaciones excepto la suspensión del SPG.

Aunque no fue la más moderna ni la más potente, el 900 Turbo en su versión de 145 caballos fue la que mantuvo la buena aceptación por el público. Sobre todo por sus prestaciones para la época y su imagen, muy al estilo Porsche. Eso sí, a nivel de arquitectura no tenía nada que ver, dado que era un tracción delantera con un motor longitudinal colocado sobre el eje delantero. Fue un coche que, gracias al cariño y atención que le dedicó Saab, permaneció casi dos décadas en el mercado.

El Saab 900 Turbo también tuvo presencia en competición, aunque no tanta como otros deportivos de los setenta y ochenta. Una unidad llegó a competir con un kit aerodinámico especial pilotado por Leo Kinnunen, tanto piloto de rallyes como de Fórmula 1. El 900 de segunda generación también contaría con versión de competición de Grupo A.