Nichols Cars N1A: Un Can-Am para tu garaje

Un homenaje al primer McLaren de la historia de la mano de Steve Nichols con V8 incluido

La Can-Am, competición que se celebraba en circuitos de Canadá y Estados Unidos (de ahí su nombre) en los años sesenta y setenta, es muy recordada por lo especial que fue en aquel momento, tanto que era común ver a pilotos de la Fórmula 1 allí, cruzando el charco si era necesario. Hablamos de pilotos y no de estrellas porque entonces el concepto de estrella no existía, casi tampoco para pilotos hoy míticos como Jim Clark, Jackie Stewart o Graham Hill, referentes de la época. Y es que hay que hablar de la Can-Am para entender el coche protagonista de este artículo: el Nichols N1A.

La Can-Am era, a grosso modo, una categoría de coches de sport prototipos que seguía unas directrices y normativas diferentes a las de Le Mans, algo parecido a lo que ocurría años atrás entre los coches LMP del Mundial de Resistencia (y las categorías LMP de las series de resistencia regionales) y la normativa de la IMSA con los DPPi, las cuales no se han reunido hasta que se ha adoptado el reglamento LMDh. En el caso de la Can-Am era más extremo dado que la normativa era mucho más permisiva, llegando incluso a considerarse coches de Fórmula Libre, con coches muy, muy salvajes. Los Chaparral 2D y 2J más que conocidos por la saga Gran Turismo son ejemplos de ello: el 2D por presentar la aerodinámica al mundo (antes que en la Fórmula 1) y el 2J por su concepto radical de efecto suelo. Igualmente, precediendo a los F1.

La categoría, disputada oficialmente con coches FIA Grupo 7, fue excepcionalmente exitosa en aquellos años, en los que Chaparral y McLaren competían por victorias con grandes pilotos como el propio Bruce McLaren, Mark Donohue, Jim Hall (patrón de Chaparral), Phil Hill, Denny Hulme, Dan Gurney, John Surtees y Mario Andretti, entre muchos otros – excepto Hall, todos fueron exitosos pilotos de Fórmula 1, los cinco últimos llegando a ser campeones. En los setenta, tras inicios infructuosos, Porsche demolió la competición con la versión más temible del 917: el 917/30KL, que en clasificación llegaba a dar la cifra de 1.600 caballos de potencia. Un arma imbatible que llevó cambios de normativa para 1974, unido a una espiral creciente de costes que acabó tumbando el campeonato.

Se trataría de relanzar en años siguientes utilizando, en esencia, monoplazas carrozados, años en los que se vieron a futuras estrellas de F1 como Keke Rosberg, Alan Jones, la ya entonces estrella de F1 y Le Mans Jacky Ickx o Patrick Tambay, entre otros. No obstante, la Can-Am nunca llegó a volver a la gloria, sobre todo por la emergencia de la CART, predecesora de la Champ Car y antesala de lo que conocemos hoy como IndyCar (simplificando mucho la historia).

Esto es, en esencia, lo que es el nuevo Nichols N1A. Un nuevo coche fabricado por Nichols Cars, con el legendario diseñador de Fórmula 1 Steve Nichols al frente y basado en el McLaren M1A.

Mecánica

La firma del considerado padre del McLaren MP4/4 (que arrasó, en manos de Ayrton Senna y Alain Prost, en la temporada 1988 de Fórmula 1 ganando 15 de 16 carreras), se ha basado en el primer McLaren de la historia, que no fue un F1 sino un coche de Can-Am. Como se usaba en aquel entonces, el Nichols N1A lleva un monstruoso motor V8 de nada menos que 7 litros de capacidad. En aquel momento utilizaban motores Chevrolet…y eso no ha cambiado, pues el motor en concreto es el LS3 Small Block de GM de cárter seco, dando unos 660 caballos de potencia. Va acoplado a una caja de cambios manual de seis velocidades obra de Graziano, diferenciándose de otros coches de competición o altas prestaciones que recurren a Xtrac.

Este biplaza es de peso liviano gracias a su chasis de fibra de carbono y aluminio, con suspensión independiente de dobles triángulos y estabilizadoras en ambos ejes. El conjunto en vacío pesa tan solo 900 kilogramos de peso, por lo que la relación peso/potencia es tremenda. En los coches de la época, las ruedas traseras solían ser más grandes que las delanteras: en este caso, la diferencia está en que, de serie, las ruedas delanteras llevan llantas de 19 pulgadas y las traseras llantas de 20 pulgadas.

Aunque sea un coche ‘purista’, con el estilo y la estética de coches de los sesenta, no deja de ser un coche moderno. Y para ello cuenta con control de tracción, ABS y dirección asistida eléctrica, entre otras ayudas electrónicas para que gobernar esta bestia no sea algo tan arduo. También hay muchos guiños al McLaren MP4/4, empezando por el propio pomo de la palanca de cambios. Está fabricado en madera, al igual que el icono blanco y rojo con el que finalizó la era turbo original de la categoría reina. Pese a que sea un homenaje al M1A, no comparte con el McLaren ni un solo panel de la carrocería, siendo un diseño completo proveniente de la mente del ingeniero norteamericano.

Es un homenaje al McLaren M1A aún más cercano del que hizo la propia McLaren con el Elva, su famoso bólido sin parabrisas. El Nichols N1A tiene uno, pero muy pequeño, además de contar con una jaula antivuelco y el motor medio al descubierto como los Can-Am de aquellos años. Por dentro, no esperes lujos: velocímetro, cuentarrevoluciones, varios medidores más y ‘palante’, sin pantallas gigantes ni nada de lo que estamos acostumbrados en el mercado actual.

En total se fabricarán 100 unidades, según han asegurado en Nichols Cars. De estas 100 unidades, las 15 primeras serán especiales (más aún), estando numeradas. Esto se debe, de nuevo, al McLaren MP4/4, haciendo referencia a las quince victorias conseguidas por el dúo Senna/Prost en 1988. Sólo se les escapó la victoria en Italia cuando Senna se ‘tropezó’ con el Williams de Jean-Louis Schlesser (quien corrió su única carrera de F1 reemplazando a Nigel Mansell por enfermedad del británico) a pocas vueltas del final. Una victoria que recaló en Ferrari en Monza para alegría de los Tifosi, quienes habían perdido poco antes a Enzo Ferrari.

En lo que respecta al precio…es obvio que no va a ser un coche económico para todos los bolsillos, más en los tiempos que corren. Aunque no está oficializado, se estima que serán unas 450.000 libras en Reino Unido – o lo que es lo mismo, unos 521.000 euros según el cambio de divisas en agosto de 2023.