Mecánica del Lancia 037 Stradale
Partiendo del Lancia Montecarlo, bajo el capó del Lancia 037 Stradale se encuentra el mismo propulsor Lampredi de cuatro cilindros y cuatro válvulas por cilindro que provenía del 131 Abarth, el coche que se había situado (por cuestiones comerciales) entre el Stratos y el 037 en el WRC. En la versión de calle, el 037 daba unos 208 caballos de potencia, optando por no apretar el motor en comparación a los 255 caballos de las versiones de carreras. Estas cifras se fueron elevando con el paso del tiempo y las constantes mejoras, de modo que las últimas versiones de los 037 de rallyes, los Evoluzione, alcanzaron los 310 caballos de potencia. El motor 2 litros venía acompañado de un supercharger desarrollado por Abarth gracias al cual lograba la potencia.
Cifras de locura en aquellos tiempos para coches de rallyes (de hecho superaban incluso a algunos Ferrari de calle) y más teniendo en cuenta que el conjunto en vacío no llegaba a la tonelada de peso. Este peso pluma era posible gracias al uso de resina epóxica y kevlar reforzado con fibra de vidrio, la cual se utilizaría mucho en los coches de Grupo B para conseguir conjuntos rígidos a la par que ligeros. Las suspensiones eran independientes de doble brazo para conseguir los mejores resultados posibles en tramos. Eso sí, el 037 sería efectivo sobre todo en rallyes de asfalto precisamente gracias a su manejo y a su peso liviano, sufriendo algo más en rallyes de tierra ante los Audi en una época en la que los rallyes solían ser mixtos, con días con tramos de asfalto y días sobre tierra.
Para que el 037 fuera homologado para correr en el Grupo B, fue necesario fabricar un total de 200 unidades del 037 Stradale, tal como indicaba la normativa (lo mismo ocurrió con otros coches especiales de homologación, como el Peugeot 205 Turbo 16). Estos coches eran, como coches de calle, incómodos, sobre todo el Lancia por su complejidad a la hora de acceder y salir del mismo por lo bajo e intrincado que es, además de ser especialmente ruidosos al tener poco aislamiento. Son precios a pagar para poder conducir una máquina espectacular nacida para las carreras, teniendo el Lancia 037 un comportamiento asombroso aún a día de hoy.
Una particularidad del Lancia 037 es que la caja de cambios manual de cinco marchas, obra de ZF, se accionaba al revés que los modelos convencionales. Es decir, una caja de pata de perro, con la primera, tercera y quinta accionada tirando hacia atrás y la segunda y tercera accionando hacia delante. Aunque era algo extraña, contrario a lo normativo, era precisa y muy, muy rápida. Además, estos coches tuvieron éxitos en rallyes por su fiabilidad, llegando a llevarse unidades al Rallye Safari (al auténtico, cuando se disputaba como un rallye africano). Puede sonar paradójico teniendo en cuenta la fama de la fiabilidad de los coches italianos de la época, pero nada más lejos de la realidad…siempre y cuando el mantenimiento esté al nivel de la máquina.
037, un coche de película
Recientemente, ha aparecido una versión ‘restomod’ basada en el Lancia 037 Stradale, el Kimera EVO37. Una reinterpretación del 037 pero con materiales y diseños de hoy día, usando kevlar y fibra de carbono, además de usar un motor (¡de combustión!) en posición central trasera que da 505 caballos y 550 Nm de par motor, revisado por Claudio Lombardi, el mismo Lombardi que supervisó el desarrollo de los motores de los 037 de competición, acoplados los propulsores a una caja de cambios manual de seis velocidades. De este coche se han hecho 37 unidades, las cuales han encontrado dueño rápidamente. La base de este EVO37 no han sido los ya de por sí escasos 037, sino los Lancia Beta Montecarlo (que tampoco abundan a día de hoy precisamente).
La historia del 037 se podrá ver en apenas unos días en los cines – en concreto, a partir del 5 de enero, con la llegada de la película Race for Glory (originalmente titulada 2 Win). Esta película, con Daniel Brühl, Riccardo Scamarcio, Katie Clarkson-Hill y Volker Bruch en su reparto, entre muchos otros, narra la historia de la temporada 1983 y la gran batalla que protagonizaron Lancia con sus 037 y Audi con su Quattro A2. Dos maneras completamente diferentes de entender los rallyes enfrentadas entre sí, coincidiendo con el momento en el que la disciplina empezaba a transicionar hacia el dominio de las cuatro ruedas motrices, pero manteniendo aún el romanticismo que le caracterizaba en aquellos años.