Ford GT40: nacido para la leyenda

Uno de los coches que más han influenciado las 24 Horas de Le Mans y la imagen del motorsport

El protagonista de esta historia es uno de los coches más icónicos que jamás hayan pisado un circuito de carreras. Tanto que, más de medio siglo después, se sigue viendo en competiciones de históricos, rugiendo tal como lo hacía a mediados y finales de la década de los sesenta. Hablamos de un coche único en su especie – pese a que ha tenido dos generaciones, una bastante reciente que se ha despedido de la producción antes de ayer, como quien dice. Nos referimos al Ford GT40, el original, el antecesor de las dos generaciones del Ford GT vistas en este siglo XXI. De hecho, originalmente era Ford GT a secas, añadiéndose el 40 en relación a su altura, que era de 40 pulgadas (poco más de un metro de altura).

Un coche exitoso es, por lo general, un coche bien documentado, de modo que ya se han escrito muchos y muchos artículos referentes al coche que dominó Le Mans a finales de los sesenta – también ayuda, por supuesto, la existencia de la gran película Ford vs Ferrari, también conocida como Le Mans 66. Un coche que nació de la rivalidad entre Henry Ford y Enzo Ferrari tras una compra fallida de los americanos a los italianos al no querer ceder ‘Il Commendatore’ la dirección de sus actividades deportivas, que para él lo era todo. Ford, a raíz de ese acuerdo frustrado en el último minuto, quiso hacer un coche para darle a Ferrari donde más le dolía. Es decir, ganarle en resistencia y en Le Mans, donde más éxitos cosechaba en aquellos años.

A lo largo de los años aparecieron varias versiones del GT40: el Mark I original, el Mark II que ganó en Le Mans 1966, el Mark III o el Mark IV de 1967 con su aerodinámica rediseñada (el que le costó la vida al mítico Ken Miles durante su desarrollo). Aunque es menos conocido, también llegó a crearse un GT40 Mark V, muy parecido en estética al Mark I. Originalmente utilizaba un motor 7.0 V8 desarrollado junto a Carrol Shelby, pero una revisión de la normativa obligó a que los coches prototipo montaran como máximo un motor de 3.0 (al igual que la F1 de aquel entonces, uno de los muchos movimientos, normalmente de la FIA, para que la resistencia no supere en popularidad o prestigio a la categoría reina) y los GT hasta 5 litros.

Debido a esto, en los dos últimos años se volvió al Mark I con el motor 4.9 V8, con el que lograron ganar en Le Mans en ambas ocasiones frente a sus propios Ford P68 (prototipo con motor 3.0) y los recién llegados Porsche 917 (aún en su fase inicial, antes de llegar los 917K más rápidos y estables). Ford, por fin, había batido a Ferrari. Ahora bien, en aquellos años, se podía ver versiones de calle matriculadas de coches de carreras. ¿Cómo era como coche de calle?

Mecánica del Ford GT40

Si hablamos del Ford GT40 como coche de calle, hablamos estrictamente del Mark I dado que los Mark II, Mark III y Mark IV no tuvieron versiones con matrícula procedente de Ford – mucho menos el Mark IV por su concepción. Como es de esperar, comparte muchos componentes con el coche de competición, empezando por el motor 4.7 V8 (es el mismo que el 4.9 que ganó en 1968 y 1969, pero para el de carreras se quitaban los anillos de los gásquets para ganar cilindrada). En su versión de calle daba unos 340 caballos de potencia y 456 Nm de par motor, una potencia ya de por sí digna de superdeportivos…aunque el concepto de superdeportivo como tal no existiría hasta casi diez años después con la llegada de los Lamborghini Countach y demás bólidos con forma de cuña.

La caja de cambios de cinco velocidades (en una época en la que lo habitual era ver coches con tres o cuatro marchas) era de ZF y la suspensión era independiente – en definitiva, muy cercano al coche de carreras. Ahora bien, esto no significa que fuera un coche ‘desnudo’ en el interior. Aunque austero (y apretado, al ser un coche pequeño y extremadamente bajo), llevaba materiales de calidad en los asientos y las puertas, además de interruptores y muchos diales analógicos en el salpicadero. Y, pese a ser un coche nacido para las carreras, las unidades de calle tenían asiento de copiloto.

Un tracción trasera con motor central, 340 caballos, poca aerodinámica (casi todo era agarre mecánico en aquellos tiempos, antes de que empezase a desarrollarse este campo) y 1.080 kilogramos de peso en vacío. Es decir, una combinación brutal para la calle, tal como lo han sido los Ford GT posteriores. En total se hicieron una treintena de unidades del Ford GT40 Mark I de calle, aparte de todas las unidades de carreras fabricadas – lo cual suman más de un centenar de unidades originales. El coche de calle en sí es una verdadera pieza de coleccionista, pagándose más de tres millones de dólares por unidades en subastas. Todo un icono del automovilismo, viéndose también en ropa del motor, por supuesto.

Sucesores

Además de los Ford GT40 purasangre, pata negra o como uno quiera llamarlo, se han fabricado muchas réplicas a lo largo de estos casi sesenta años. Se han hecho kits, ya fueran réplicas con licencia que fueran clavados a los GT40 originales o bien modernizados, con el aspecto de siempre pero con componentes nuevos, mejoras a nivel de ergonomía e incluso variantes electrificadas. Algunos de estos son los GT40/R Competition, el Southern GT, el CAV GT o el de Holman Moody. Además de los Ford GT de principios de siglo y la generación más reciente – la que, 50 años después, volvió a ganar en Le Mans en la categoría LMGTE – existió otro sucesor. 

Hablamos del Ford GT90, un prototipo espectacular de mediados de los noventa que adelantó la estética ‘New Age’ que tomarían los futuros modelos de la marca, como fue el caso del Focus de primera generación. El GT90 montaba un motor V12 capaz de dar la friolera de 720 caballos de potencia – además, muchos componentes estaban sacados del Jaguar XJ220 (en aquellos años Ford era la propietaria de Jaguar). Por desgracia, este coche nunca se llegó a producir en serie. Ford también diseñó una variante del GT40 pensada en los rallyes: el Ford GT70, un concepto muy similar al Lancia Stratos con motores V6 del Ford Capri RS2600 así como el Cosworth BDA cuatro en línea. Tampoco tuvo éxito, aunque sí que llegó a competir en algunas pruebas y se fabricaron hasta seis unidades en total.

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