Entonces, ¿de qué va Gran Turismo? (Ojo, hay algunos spoilers)
Volvamos a Yamauchi (que no es el director de la película, pero sí el que ideó los juegos en sus orígenes). Con la saga Gran Turismo, este ha querido plasmar en millones de PlayStation de todo el mundo su visión del mundo del motor. Lo que significa para él conducir las mejores máquinas del mundo en los mejores circuitos del mundo. Esa experiencia, esa pasión, ese cosquilleo especial que se siente en el cuerpo…eso es lo que trata de transmitir, o al menos así era en las primeras entregas. La visión de Yamauchi del mundo del motor ha ido cambiando con el paso de los años y eso se ha plasmado también en la dirección de los propios juegos. Tanto de los coches como de las carreras en sí, habiendo competido en carreras GT3 y llegando a ganar su categoría en las 24 Horas de Nürburgring (haciendo equipo con Ordóñez, precisamente).
Esa visión es la que se trata de trasladar de los monitores de videojuegos a la gran pantalla, a un público mucho más amplio. Desde el más hardcore que ha disfrutado de cada entrega desde hace 25 años al que usa el coche para hacer las compras, llevar los niños al colegio y poco más – o el que a duras penas ha tocado una consola. Se trata aquí de transmitir todo eso, de la manera más vibrante posible, de que se entienda el espíritu de la saga. Y eso se consigue a base de escenografía, sobre todo en algunos momentos en la segunda mitad de la película. Evitando spoilers, hay momentos en circuitos icónicos donde Archie Madewke y David Harbour (no tanto Orlando Bloom) son capaces de encarnar lo que de verdad Yamauchi quiere transmitir con Gran Turismo.
Es también una película de deportes, de deportes de motor en concreto, alejándose de la concepción de película de videojuegos – no es una Super Mario, por ejemplo (la cual bordó el propósito para el que se creó, dicho sea). Una película en la que un joven, con talento pero sin recursos, tiene la oportunidad de su vida y, gracias a su esfuerzo, su dedicación y sus ganas, es capaz de labrarse un hueco gracias a la oportunidad que le brindan Nissan y Gran Turismo, como fue la GT Academy en la vida real. Se habla mucho de la ‘mentalidad underdog’, alguien del que no se espera mucho. Y es que, en un mundo tan elitista, un ‘pobretón’ salido de dedicar horas a los videojuegos no es precisamente la figura más admirada del paddock.
Por supuesto, no es una película redonda. Hay referencias a Gran Turismo, claro, pero muchas de ellas son meramente gráficas o sonoras, sin incidir demasiado (dado que se trata de explicar el paso de lo virtual a lo real, el ascenso a la competición profesional junto a Nissan/Nismo). Sigue echándose de menos a Ordóñez, siendo una pieza clave en la continuidad que tuvo GT Academy hasta llegar adonde llegó, incluyendo en la gestación de la carrera de Mardenborough. De hecho, ambos compartieron coche en Le Mans 2013.
Si bien Nürburgring, el Nordschleife y el Red Bull Ring quedan muy fielmente reflejados en la película, no puede decirse lo mismo del resto de circuitos. ‘Silverstone’ no es tal, sino Hungaroring, lo mismo que varias escenas en Hockenheim. Pero lo que quizás duele más es que, en las escenas en Le Mans, exceptuando las imágenes en la recta de meta, muchas imágenes son en realidad…Hungaroring. ¿Las pruebas de la GT Academy? Hungaroring también, pero en sentido inverso. En este aspecto, la película flaquea un poco. También en pequeños detalles (como los propios Nissan GT-R utilizados en las pruebas), si bien no son tan importantes para el público más amplio.
Hay más ejemplos a lo largo del film (también aparece una recreación de un famoso accidente en Le Mans, aunque con una interpretación al estilo ‘Michael Bay’), pero en general se hace un buen trabajo a la hora de representar (que no repasar al detalle) la trayectoria de Mardenborough, quien después de la GT Academy ha estado corriendo en GP3, SuperGT o trabajar para Nissan en la Fórmula E, manteniéndose como piloto profesional hasta la actualidad.
Como película, es bastante decente (quizás aquí Bloom no destaca tanto como Harbour, cuyo papel recuerda en muchos casos al de su Jim Hopper de Stranger Things) y un esfuerzo bastante logrado de lo que debe transmitir una película de deportes de motor, aunque quizás no es tan buena como lo fue Rush. Por suerte, 2023 nos traerá otra película de motor: 2 Win, basándose en la temporada 1983 del Mundial de Rallyes y aquel duelo épico entre Lancia y Audi, con el mismo Daniel Brühl que ya deslumbró al mundo en Rush hace ya varios años.